Saturday, February 13, 2010

REPOSAR POR COMPLETO
PEMA CHÖDRÖN

La meditación se vuelve un proceso transformador sólo cuando comenzamos a relajarnos con nosotros mismos tal como somos.
La instrucción medular es: “Permanece...permanece… sencillamente permanece”.

Como especie, jamás deberíamos subestimar nuestra poca tolerancia por aquello que nos incomoda. Que nos digan que permanezcamos con nuestra vulnerabilidad es algo que definitivamente nos puede servir de ayuda. La meditación sentada es nuestro cimiento para aprender cómo hacer esto. La meditación sentada, también conocida como la práctica de la atención - conciencia vigilante, es la base del entrenamiento en la bodhichitta. Es la base donde se entrena el bodhisattva guerrero.

La meditación sentada cultiva la bondad amorosa y la compasión, las cualidades relativas de la bodhichitta, que podría definirse como la mente y el corazón completamente despiertos. Nos brinda una forma de acercanos a nuestros pensamientos y emociones y de ponernos en contacto con nuestro cuerpo. Es un método que sirve para cultivar la amistad incondicional hacia nosotros mismos y para correr la cortina de indiferencia que nos distancia del sufrimiento de los demás. Es nuestro vehículo para aprender a ser una persona verdaderamente amorosa.

Gradualmente, a través de la meditación, comenzamos a darnos cuenta de que existen espacios en nuestro diálogo interno. En medio de la plática continua con nosotros mismos, experimentamos una pausa, como si despertásemos de un sueño. Reconocemos nuestra capacidad para relajarnos con la claridad, el espacio, la conciencia sin límites que ya existe en nuestra mente. Experimentamos instantes en que sentimos la simplicidad de estar aquí y ahora, sin obstáculos, de manera directa y simple.

Este regreso a la inmediatez de nuestra experiencia es el entrenamiento en la bodhichitta incondicional. Simplemente permaneciendo aquí y ahora, nos relajamos más y más en la dimensión abierta de nuestro ser. La sensación es como salir de una fantasía y relajarse en la verdad.

No obstante, no existe garantía de que la meditación sentada nos será beneficiosa. Podemos practicar por años sin que ésta penetre en nuestros corazones y en nuestra mente. Podemos utilizar la meditación para reforzar nuestras falsas creencias: nos protegerá de la incomodidad; nos fijará a algo seguro; llenará nuestras expectativas y eliminará nuestros miedos. Esto ocurre porque no comprendemos correctamente la razón por la cual estamos practicando.

¿Por qué meditamos? Esta es la pregunta que sería conveniente formularnos. ¿Por qué habríamos de molestarnos en pasar tiempo solos con nosotros?

Primero que todo, es útil entender que la meditación no sólo tiene que ver con sentirse bien. Pensar que esa es la razón por la cual meditamos es dirigirnos al fracaso. Supondremos que lo estamos haciendo mal casi cada vez que nos sentamos a meditar: incluso el meditador más establecido experimenta dolor físico y psicológico. En la meditación nos experimentamos tal como somos, con nuestra confusión y con nuestra cordura. Esta completa aceptación de nosotros mismos tal como somos se denomina maitri, una relación sencilla y directa con nuestro ser.

Tratar de atornillarnos a ideas fijas no es de utilidad. Esto implica lucha y auto-denigración. Denigrar de nosotros mismos es probablemente la mayor forma de ocultar nuestra bodhichitta.

¿No tratar de cambiar significa que tenemos que seguir siendo iracundos y adictos hasta el final de nuestros días? Esta es una pregunta razonable. Tratar de cambiarnos no funciona a largo plazo porque estamos resistiéndonos a nuestra propia energía. La auto-superación puede tener resultados temporales, pero la transformación duradera ocurre sólo cuando nos honramos a nosotros mismos como la fuente de la sabiduría y la compasión. Somos, tal como lo señaló Shantideva, el maestro indio del siglo VIII, como un ciego que encuentra una joya enterrada en un montón de basura. Es justamente allí, en medio de nuestra materia más hedionda, que descubrimos el corazón despierto de nuestra claridad y bondad básicas, la mente completamente abierta de la bodhichitta.

Es sólo cuando comenzamos a relajarnos con nosotros mismos tal como somos que la meditación se vuelve un proceso transformador. Cuando nos relacionamos con nosotros mismos sin ser moralistas, sin engaño, finalmente abandonamos las pautas perjudiciales. Sin maitri, la renuncia a los viejos hábitos se vuelve algo insultante. Este es un aspecto importante. Existen cuatro cualidades principales que deben cultivarse cuando meditamos: la constancia o firmeza, la visión clara, experimentar nuestra perturbación emocional y atención al instante presente. Estos cuatro factores se aplican no sólo a la meditación sentada, sino que son esenciales para todas las prácticas de bodhichitta y para relacionarnos con situaciones difíciles en nuestra vida cotidiana.

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